La Torre De La Golondrina by Andrzej Sapkowski

La Torre De La Golondrina by Andrzej Sapkowski

autor:Andrzej Sapkowski
La lengua: es
Format: mobi
Tags: Fantasía
editor: Saga del Geralt de Rivia
publicado: 2009-12-12T21:21:12+00:00


—Exactamente.

—¿Y que tiene ganas, espero, de compartir su sabe r?

Avallac´h guardó silencio durante un instante.

—¿Compartir? —dijo por fin, arrastrando las sílabas —. ¿Contigo? El saber, querido mío, es un privilegio, y el privilegio sólo se comparte con los que son iguales a uno. ¿Y por qué yo, elfo, Sabedor, miembro de la élite, tendría que compartir nada con el descendiente de un ser que apareció en el universo hace nada más que cinco millones de años, evolucionando a partir del mono, la rata, el chacal u otro mamífero? ¿Un ser que precisó alrededor de un millón de años para descubrir que con ayuda de dos manos peludas podía realizar no sé qué operación con un hueso mordisqueado? ¿Y que después de lo cual se metió ese hueso en el ano, gimiendo de felicidad? La Torre de la Golondrina – Andrezj Sapkowsky 123

El elfo guardó silencio, se dio la vuelta y clavó los ojos e n su pintura.

—¿Por qué —repitió— te atreves a juzgar que voy a compartir contigo cualquier saber, humano? ¡Dímelo!

Geralt se limpió la bota de los restos de mierda.

—¿Puede —replicó seco— que porque sea inevitable?

El elfo se dio la vuelta bruscamente.

—¿Qué —preguntó a través de los dientes apretados — es inevitable?

—¿Puede —Geralt no tenía ganas de alzar la voz — que porque cuando pasen unos cuantos años más los humanos se vayan a adueñar por su cuenta de todo saber, sin importarles si alguien quiere comp artirlo con ellos o no? ¿Incluyendo el saber acerca de lo que tú, elfo y Sabedor, tan hábilmente escondes tras unos frescos rupestres? ¿Contando con que los humanos no van a querer destrozar con picos esa pared, pintada con falsas pruebas de la existencia de hombres primitivos? ¿Qué? ¿Tu hoguera de las vanidades?

El elfo bufó. Muy alegre.

—Oh, sí —dijo—. Una vanidad verdaderamente ligada a la estupidez sería considerar que no vais a destrozar algo. Lo destrozáis todo. Sólo que, ¿qué pasa con ello? ¿Qué pasa con ello, humano?

—No lo sé. Dímelo. Y si no lo consideras adecuado, entonces me iré. Lo mejor, por otra salida, porque en aquélla está esperándome tu traviesa compañía con el deseo de romperme las costillas.

—De acuerdo. —El elfo extendió la mano con un brusco movimiento y la pared de roca se abrió con un chirrido y un chasquido, partiendo brutal mente en dos al bisonte violeta—. Vete entonces. Sal a la luz. En sentido literal o figurado, suele ser el camino correcto.

—Da un poco de pena —murmuró Geralt—. Me refiero al fresco.

—Bromeas —dijo el elfo al cabo de un instante de silencio, sorpren dentemente suave y amistoso—. Al fresco no le pasará nada. Con un he chizo idéntico cerraré la roca, no quedará ni la huella de una grieta. Ven. Saldré contigo, te g uiaré. He llegado a la conclusión de que sí que tengo algo que contarte. Y que mostrarte.

Al otro lado reinaba la oscuridad, pero el brujo enseguida supo que la cueva era enorme, por la temperatura y el movimiento del aire. La grava sobre la que caminaban estaba húmeda.



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